Hay veces que no podemos apartarnos de nuestra madre, aunque esta nos cause constante dolor. Nos gustaría salir huyendo pero no podemos, hay algo que nos paraliza.
Mirando atrás, ahora que estoy libre de mi maltratadora, no puedo creer toda la toxicidad y maltrato que toleré.
Si este es tu caso, si siempre tienes alguna excusa para no tomar las riendas de tu vida, dejar a tu maltratadora y ser libre para empezar a vivir, puedes sufrir del Sindrome de Estocolmo.
El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.
Según la corriente psicoanalítica el síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.
Y como se aplica esto a las victimas de una madre con trastorno narcisista de la personalidad.
Para estar ante un caso de Sindrome de Estocolmo se deben de dar ciertas características:
- La víctima debe sentir que hay un verdadero peligro para su supervivencia (el peligro puede ser emocional).
- La víctima debe estar desconectada de todo tipo de perspectiva que no sea la de su abusadora (la única fuente de información es su abusadora).
- La víctima debe sufrir inabilidad de escaparse, bien real o percibida.
- La abusadora debe de vez en cuando ser amable con la víctima. Esa amabilidad momentanea es la que crea la vinculación afectiva entre la victima y la abusadora, ademá s es su madre. Por el miedo y por el aislamiento que la víctima experimenta, las pequenas senales de bondad son magnificadas por la victima, y se cree tremendamente agradecida por ellas. Incluso termina estando agradecida por cosas que le pertenecen por derecho como la ropa, la comida… que reciben.
Y estos cuatro puntos descritos por los psicologos como las cracteristicas del Sindrome de Estocolmo hay que aplicarlos ahora nuestras madres toxicas.
El primer punto, el miedo a nuestra supervivencia es el único que me cuesta verl. Aunque no tengamos miedo a perder nuestra vida , vivimos con miedo constante a hablar,decir o hacer cualquier cosa que no se ajuste a sus expectativas. Personalmente yo no sentí en ningún momento que peligraba mi vida porque mi madre fuera a terminar con ella, pero si miedo a que por tanto sufrimiento yo fuera a terminar con ella.(mi vida).
La segunda característica la padecemos de manera muy clara. Es el hacer luz de gas o gaslighting. Nuestra madre aunque no nos pueda tener absolutamente aisladas del mundo, se encargo de que no creyeramos nada queno saliera de su boca. Incluso nos hacen dudar de nuestras percepciones. Podeis leer mas sobre el gaslighting aqui.
El tercer punto es muy claro: un niño no puede escaparse, no tendría donde ir para sobrevivir. Además se suma nuestro sentimiento de culpabilidad. Creemos que todo es culpa nuestra con lo que a menudo no sentimos que tenemos nada de lo que escapar. Y cuando llegamos a ser adultas, y nuestra mente nos tortura por el abuso sufrido, entonces la sociedad nos dice que tenemos que amar a nuestra madre. Así que también se nos complica el escaparnos de sus garras.
El cuarto punto es la bondad ocasional. Las migajas de bondad de nuestra madre son las que desencadenan el Síndrome de Estocolmo. Sus gestos de parecer una madre normal de vez en cuando, nos confunden y nos hace pensar que no es para tanto, que no es tan mala. Pero las migajas solo sirven para mantenernos atadas a su maltrato.
Si estás en esa situación en la que dudas de tu madre, en la que te echas la culpa y le das la razón de lo mala que eres, no te engañes. En una relación saludable, una madre es buena casi todo el rato. La gente funcional puede enfadarse, gruñir, ser egoista también. Pero nunca una madre funcional te despreciará o será cruel contigo. Pero incluso si lo es, no es lo normal de cada día.
Huye de la madre disfuncional que te ha tocado. Puedes ser libre, ser tu. Reir, pensar lo que quieras, … y que nadie te juzgue por ello.