A las hijas de madres tóxicas nos cuesta romper el vínculo con nuestra madre tóxica a pesar de que veamos claramente que nuestra propia madre nos hace daño. No sabemos por qué no nos alejamos de ella, no lo entendemos, y eso nos tortura aún más.
Hay mucha gente que te dice alejate de quien te maltrata, de quien no dibuja una sonrisa en tu boca. Pero cuando tu maltratadora es tu madre, no es tan fácil romper el vínculo. La dependencia emocional que tenemos hacia ella nos impide correr y no mirar atrás.
No te sientas mal, ni tortures por seguir con tu madre. No te maltrates tu también por ello. Es normal lo que te pasa. No eres una cobarde, eso no es cierto. Eres muy fuerte.
¿Quieres saber lo que te impide separarte de tu madre?
En general se debe al sentimiento más autodestructivo de todos: LA CULPA
Piensan que podemos salir huyendo en cualquier momento porque no ven las cadenas que nos atan a nuestra madre. Pero el caso de familias manipuladoras donde se mantiene atados sin cadenas ni cuerdas a los hijos, por desgracia existe.
Se trata de un maltrato más sútil y a veces más nocivo que el del niño que recibe golpes o es abusado sexualmente. Nuestra madre vampiriza nuestra energía y vitalidad y se niega dejarnos a volar, a hacer nada lejos de ella. Nos aisla, nos corta las alas sin que podamos nunca llevar a cabo nuestr os propios royectos vitales. Corta nuestra relación con el mundo exterior, con amigos, con compañeros e incluso boicotea nuestras relaciones sentimentales.
Si hacemos amago de irnos, entonces nuestra madre se encarga de recordarnos lo mucho que ha hecho por nosotras. Una buena hija no debe abandonar a su madre, el mundo es horrible, los demás son malos, nuestros novi@s son lo peor…etc. Ahí es cuando los madre tóxica, manipuladora, hace un despliegue de medios sin paragón, inocula la culpa en nosotras, sus víctimas, sus hijas. (“te vas porque no me quieres”, “una madre lo da todo por un hijo”, “con lo que yo me sacrifiqué por tí y ahora me haces esto…”, “tu pareja te hará daño…”, “no hay nada como el amor de una madre…”). Este sentimiento de culpa nos paraliza.
Y si la culpa no fuera suficiente, cuando nuestra madre ve que estamos decididas a irnos utiliza ataques verbales, campañas contra nuestra imagen pública (“mi hija está psicológicamente mal”, “mi hija me desprecia”, “mi hija me ignora”, “mi hija está loca”…), acoso e insultos…etc. Tácticas todas ellas que dificultan nuestra huída.
No te sientas mal. Te llegara el día en el que te sientas fuerte y decidas por todas romper con todo. Lo importante es que has descubierto el juego prisocológico que tu madre a utilizado contigo. Nada es culpa tuya. Tu no tienes la culpa de que ella no sepa querer. No te tortures más. Descansa. El día de tu libertad está cerca.