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Aunque lleve años sin contacto creyéndome recuperada, el sentimiento de culpa de haber sido yo la que ha hecho algo malo como mi madre grabó en mi, a veces se hace patente en estas fechas navideñas. Cuando lograré ser libre del todo.

Las Navidades han pasado. Esas fechas donde todas las familias se reunen y todo es alegría y felicidad.

Por primera vez en mi vida, a mis 48 años, puedo decir que las he disfrutado plenamente. He estado absolutamente en el presente y los fantasmas no han venido a visitarme.

Hace nueve años que decidí no tener mas contacto con mi madre por mi propia salud. En aquel momento yo desoconocía  que ella tuviera un trastorno narcisista de la personalidad. Solo sabía que mi madre me había hecho infeliz toda mi vida y que el nivel de estrés que me provocaba había paralizado mi cuerpo.

Hace casi 4 años descubrí a través de internet que yo no había sido la mala durante toda mi vida, que efectivamente como yo creía, detrás de cada relación rota, detrás de cada desilusión, había estado mi madre. Ella era una persona tóxica, con trastorno narcisista de la personalidad.

El alivio que sentí fue muy grande. No estoy loca. Lo que yo había creído ver toda mi vida efectivamente lo había visto. Pero ella se había encargado de hacerme creer otra cosa.

Sobre todo lo que mas me alivió fue ver que había miles de mujeres que habían sufrido a una madre abusiva como lo había hecho yo. Los hechos que describían eran casi exactos a los que yo había vivido. Y es que tras estos 4 años estudiando miles de casos, puedo decir que las madres tóxicas, y las personas con trastorno narcisista de la personalidad tienen un comportamiento muy predecible . Como digo yo, sus comportamientos son de libro.

Pero a pesar de haber descubierto que a loca era mi madre y no yo, no me curé en dos días. Mi nivel de estrés bajó casi a algo inexistente a comparación del que había padecido toda mi vida, con lo que pude recuperar la movilidad de mi cuerpo. Pero los pensamientos negativos, los miedos, las sombras que mi madre gravó a fuego en mi alma no se han ido en dos días.

Me ha costado mucho trabajo borrar esos pensamientos negativos sobre mí , esa dependencia que estas torturadoras crean. Pero puedo decir que hoy casi estoy curada.

A pesar  de esto, nuestra dependencia, la dependencia de las víctimas de abusos emocionales es tan grande, que como los alcohólicos tenemos que tener cuidado y no tomar un trago de su veneno, porque recaemos.

Y eso es lo que me ha pasado a mí estos días. Justo antes de estas fechas ha llegado a mí que mi abuela, la madre de las brujas y de las madres con trastorno narcisista, todavía vive con más de 100 años y que está en un geriátrico muy mal. Y mi madre claro, esclava cuidándola.

Por unos días no he dormido, me he atormentado, me he sentido mal por mi madre y por mi abuela. De la que lo único que puedo decir es que si de mi madre no recibí muestras de cariño, de ella infimamanete menos. El rechazo de ella hacia mi fue tremendo, y lo peor es que vivía con nosotros en casa y dormía conmigo en mi habitación.

A pesar del sufrimiento que me causó de pequeña, no he podido por unos momentos sentirme culpable, martirizarme con pensamientos de culpabilidad. Quizá me sobrepasé al cortar el contacto.  El dolor y la presión en mi pecho me han quemado. He llorado, he revivido momentos, gritos, humillaciones. Ha venido de nuevo a flor de piel el sentimiento que me torturó cada día durante años.

De pequeña cuando me acostaba yo daba un beso a mis padres y a mi abuela. Pero de repente un día, sin saber por qué, debí cometer semejante atropello porque mi abuela me negó el derecho a darle un beso. Siguió así hasta el día que me fui del todo. Ni en días especiales me volvió a conceder ese honor. Me torturó de niña, de adolescente y ya de adulta porque siempre he intentado saber que es lo que hice tan mal para merecer semejante humillación.

Ella me sentía llorar cada noche ya que dormía en la cama que estaba a medio metro de la mía. Pero nunca oí una palabra de aliento, nunca un qué te pasa, porqué lloras. Al revés, la frialdad se acrecentó. El hielo y la oscuridad se asentaron en mi vida por culpa de estas dos grandes brujas, que juntas planearon como destrozar una famila, desuniendo hermanos, y aislando a mi padre de su propia familia.

El recordar estos sentimientos, aunque me ha producido dolor, me ha ratificado en la decisión que tomé hace años de no dejarles nunca más hacerme daño. Ni con su presencia , ni con la memoria del dolor que me cauaron.

Y sí he llorado. El pecho se me ha encogido. Pero después de un buen paseo junto al mar y de dar gracias por la familia que he creado, he pasado unos días sin que la sombra de mis verdugos me atormente y he disfrutado cocinando para mi familia y el mejor compañero que se puede tener.

El círculo del maltrato se puede parar y se puede respirar y dar amor.

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