El narcisista hace que todo sea de color de rosa al principio de la relación, pero la bomba de amor estalla más tarde. A veces muy pronto, pero tú ya has caído en su red.
Lo que al principio era todo ternura y adoración, se convierte en una forma de control extrema.
Desde el comienzo de la relación el narcisista toma nota de tus cualidades y carencias para utilizarlas a su favor manipulándote. Así puede aprovecharse de tu vulnerabilidad. Pero no solo se aprovecha de tus debilidades, también de tu alta capacidad de recuperación y empatía. Eres de las pocas personas que puede excusar sus comportamientos.
El proceso de devaluación no comienza de repente. El narcisista empieza con pequeñas señales de abuso. Un susurro, que luego se convierte en grito.
Empiezas a notar que algo no está bien, pero no sabes muy bien qué. No sabes qué ha cambiado, pero el narcisista ya no parece ser Sr.Perfecto.
En la etapa de devaluación vas a conocer al verdadero Yo del narcisista. Ya no puede más con la careta y el Falso Yo que crea para cubrir sus miserias, se desvanece ante ti.
La devaluación es usada por el hombre narcisista para ejercer control sobre la víctima. Te devalúa para validarse a sí mismo como puedes ver en la herida e ira narcisista. Proyecta su inferioridad sobre ti.
En esta etapa ya no atiende siempre tus llamadas o deja de traerte flores y en lugar de ser su centro de atenciones, empiezas a convertirte en la diana de sus críticas. A pesar de ésto, el narcisista es celoso, porque te ve como un objeto, una posesión. Su fuente de suplemento narcisista (que has visto anteriormente), la droga que necesita para sentirse bien. Sin embargo te acusará a ti de ser la posesiva.
Pero no siempre te destruye, también te muestra aquella careta que conociste al principio de vez en cuando. Es así como te mantiene atrapada.
Te hace pasar continuamente de la fase del bombardeo de amor a la devaluación, te da y te quita para que te hagas dependiente a él. Es el vínculo traumático.
Te grita, pega, humilla,… y al rato te ama.
A través del paso continuo entre la devaluación y el love bombing, te mantiene aislada y dependiente.
En la etapa de la devaluación el narcisista manipulador juega para convertirse en el dueño y dictador de tus pensamientos, sentimientos y, por lo tanto, de tus acciones y decisiones.
Empiezas a ver al ser detrás de la careta de Sr. Perfecto, y vives su ira, amenazas, humillaciones, desaprobaciones,….te asusta, pero como te vuelve a dar amor, no ves quien es de verdad. Para intentar mantenerle contento, y no recibir más su ira y evitar discusiones renuncias hasta a tu propia vida.
Pero no te crees su comportamiento o no te lo quieres creer, te parece todo un sueño o una pesadilla. Tratas de excusar su ira, te sientes perdida. Sin embargo sigues en el juego, sin poder moverte mientras el narcisista hace que tus fuerzas decaigan.
Él se aprovecha de tu empatía, de tu carácter compasivo para jugar con tu mente. En este momento empiezas a dudar de ti, a creer que has cambiado. Que no eres más la que eras. Sin embargo, ahí sigues intentando obtener de nuevo su validación, su adoración hacia ti.
Tratando de volver a vivir la historia del príncipe azul en la que te envolvió al principio. Te sientes derrotada, más como la Cenicienta ya que sus humillaciones o hasta golpes son frecuentes aunque más tarde te pida perdón y te adore.
Te resignas, te acostumbras a la rutina de las descalificaciones, tanto que no te das cuenta que te está restando vida. Mientras te apagas, él disfruta de verte herida, se siente ganador.
Sin embargo, sigues atada a la relación porque crees que lo bueno compensa lo malo que recibes de él. Te has vuelto dependiente de Sr. Perfecto a pesar de que le hayas visto su cara de verdad.
Necesitas las migajas de amor que decide darte de vez en cuando. Te aferras a la historia que al principio de la relación ibais a construir juntos, a ese mundo maravilloso que te mostró.
El sexo que antes era un acto dulce de amor, ahora se convierte en un acto coercitivo de devaluación. Donde antes había una sonrisa, ahora solo encuentras silencio. Las mentiras empiezan a ser parte normal del día a día.