Vivimos en una sociedad llena de estereotipos donde uno de ellos es ver a los hombres siempre como abusadores y no como víctimas.
¿Y quién nos dice que no hay cantidad de hombres que tienen que sufrir en silencio el abuso por parte de sus parejas?
No pueden denunciarlo, y si hablan de ello, las risas de los que escuchan parecen estar ahí. Si se les ocurre decir a compañeros de trabajo que su mujer les controla el dinero, les chusmea el teléfono, les olisquea la ropa en busca del rastro de otra mujer, o les prohíbe quedar con amigos, son vistos como calzonazos. Y si hay un forcejeo nadie se plantea que lo empiece una mujer.
Las mujeres llevamos ya un tiempo no callándonos cuando un hombre abusa de nosotras, incluso estamos ya atreviéndonos a hablar si nuestra madre nos maltrató. NO hay que callarse ni avergonzarse por haber sido abusada.
¿Pero no sería injusto para parte de la sociedad admitir que las madres maltratan y NO ver que esas madres tienen parejas con las que han tenido sus hijos y que si han maltratado a sus hijos lo más probable es que también lo hayan hecho con sus maridos?
Por la parte que me toca, tanto mi padre como mi hermano fueron totalmente abusados. A mi padre, mi madre lo aisló hasta de su familia, y a mi hermano nunca le ha permitido ser él, sobrepotegiéndolo, adorándolo, anulándolo, no le ha permitido ni poder tener su propia familia. Y esto, es maltrato.
Tenemos que entender que el abuso en las relaciones íntimas es un patrón de comportamiento en el que uno domina, menosprecia o humilla al otro durante meses y años.
El motivo principal del abuso es establecer y mantener el poder y el control sobre el otro. La persona abusada puede resistir los intentos de ser controlada. Es entonces cuando la persona abusadora toma medidas adicionales para recuperar el control sobre su pareja.
Este querer controlar a la pareja se da igualmente por parte del hombre a la mujer que de la mujer al hombre.
Totalmente cierto que vivimos en una sociedad donde desde pequeños hemos aprendido que el hombre es el que debe ejercer el control sobre la mujer. Esto viene siendo así desde tiempos inmemorables, y lógicamente es un patrón cultural que hay que cambiar para que no se siga repitiendo. Es por ello que las cifras de mujeres maltratadas son mayores que las de los hombres maltratados pero esto no quita para que haya más hombres que los que piensa la sociedad que son sometidos constantemente al control humillante de sus parejas.
Esto no se trata de política, sino de igualdad y de entender que la violencia no es algo solo de los hombres. Las frustraciones, también sacan la violencia activa o pasiva de las mujeres. El querer controlar a otro por sus propias inseguridades no es monopolio de los hombres.
Creo en la igualdad, creo que la violencia debe ser considerada venga de quien venga, y se aplique sobre quien se aplique. Y que cualquiera sea cual sea su género, debe tener derecho a ser escuchado.
En países como el Reino Unido las cifras hablan de hombres maltratados. De acuerdo que hay más mujeres que hombres, pero no por ello vamos a negar que hay mujeres que maltratan a los hombres y por eso cuentan ya incluso con asociaciones de apoyo a las víctimas.
La encuesta de delitos Crime Survey de 2018 para Inglaterra y Gales (puedes encontrar los datos en el ONS, Office for National Estatistics, aquí) estimó que 1.3 millones de mujeres y 695,000 hombres sufrieron abuso doméstico en el último año. Esto es: alrededor del 35% de las personas que experimentaron abuso doméstico, fueron hombres.
En España en el año 2017 se inscribieron en el Registro como víctimas de violencia de género y violencia doméstica, 36.134 personas, un 2,3% más que en el año anterior. De éstas, 33.392 fueron mujeres y 2.742 hombres.
Según los datos del Centro de Salud Mental de Aguascalientes, en ese estado hay al menos 5.000 hombres que sufren de algún tipo de abuso, físico o psicológico, por parte de sus parejas. (se pueden ver datos aquí).
La violencia no se genera por ser hombre o mujer sino por un trastorno interno del individuo que no pudo desarrollar su propio Yo. Las frustraciones de la persona, son las que le llevan a tapar su verdadero ser herido con agresividad, porque es la única manera que tienen de poder controlar al otro.
Como dice el estudio de la Universidad de Búfalo, que es el más extenso que existe sobre el abuso narcisista, ya que recogió datos durante tres décadas y estudio a 500.000 individuos, sí hay más hombres narcisistas, debido a la cultura de la sociedad que al hombre se le exige desde pequeño ser fuerte, no llorar, no mostrar emociones, cuidar a la mujer, mantener a la familia, todo ese no sacar sus emociones verdaderas le hace desarrollar un yo que no es el suyo que puede terminar en frustraciones y querer controlar a los demás para sentirse bien.
Por favor, cuando hablemos de violencia, aunque haya más mujeres que hombres que sufren el control de sus parejas no dejemos de un lado a los hombres. Necesitan ser igualmente atendidos, escuchados y considerados. Necesitan recibir la misma atención psicológica, la misma empatía, y el mismo “yo te creo”.
ABUSO EN LAS RELACIONES ÍNTIMAS
El abuso en las relaciones íntimas es un patrón de comportamiento en el que un miembro de la pareja domina, menosprecia o humilla al otro durante meses y años.
El abuso de los hombres por parte de sus parejas ocurre cuando la pareja usa tácticas emocionales, físicas, sexuales o de intimidación. Ella lo hace para controlar al hombre, salirse con la suya y evitar que deje la relación.
El hombre maltratado siempre está adaptando su comportamiento para hacer lo que quiere su compañera, con la esperanza de evitar más abusos.
El motivo principal del abuso de la mujer es establecer y mantener el poder y el control sobre su pareja.
El hombre abusado se adapta a las demandas de su compañera, con la esperanza de que esta deje de abusarle. A su vez, la mujer abusiva toma medidas adicionales para recuperar el control sobre su pareja.
El abuso en las relaciones íntimas no suele ser un incidente aislado. Por lo general, si se permite que el abuso continúe, se vuelve más frecuente y más severo.
El abuso siempre es una elección. Independientemente de los antecedentes o la experiencia de las personas, deben tomar responsabilidad por sus acciones. Nadie tiene derecho a abusar de otra persona, y nadie merece ser abusado.