“Eres un fracaso”,”te ves fea hoy” “la vida de los demás es mejor que la tuya”, …. ¿alguna vez has dicho estas cosas a algún amigo? Entonces porqué decírtelas a ti mismo o a ti misma.
Tendemos a ser más crueles con nosotros que con los demás, a tratarnos peor que a los demás.
¿Eres de los que te sometes a unos estándares más altos que a los que sometes a los demás? ¿Te exiges más que a cualquier otra persona?
La consecuencia de tratarte de una manera tan dura puede resultar en depresión, baja estima y vergüenza.
Años compartiendo tu vida con una pareja o unos padres narcisistas han hecho que no hayas aprendido a tratarte bien, y que lo hayas hecho como ellos te han tratado. Pero esto ha de cambiar.
Tienes que aprender a cuidarte, a tratarte con amor y compasión. Necesitas conectar contigo, con esa maravillosa persona que eres y para eso necesitas ser empático contigo.
Una vez que te apartas de la persona abusadora en tu vida y reconoces lo vivido, y empiezas a cambiar la cognición sobre ti, a creer en ti, una de las cosas en las que tienes que trabajar es en tener empatía contigo.
Una razón por la que nos resistimos a practicar la autoempatía es porque lo confundimos con la autocompasión.
La diferencia es que la autocomplacencia puede convertirse en una fuerza destructiva que te permite ceder ante cualquier cosa que te haga sentir bien a pesar de sus efectos poco saludables, como el uso excesivo de alimentos, drogas o alcohol para adormecer los sentimientos. La autoempatía requiere una mayor conciencia de sí mismo, disciplina y sensibilidad al sufrimiento y también un compromiso para encontrar soluciones útiles. La autoempatía es el reconocimiento de que, como todos los seres humanos, mereces comprensión y compasión.
Para practicar verdaderamente la autoempatía al máximo, debes estar dispuesto a practicarla incluso cuando tropieces y cometas errores que te hagan sentir avergonzado. Es un ejercicio de humildad que requiere reconocer que eres humano y falible, y que los fallos son parte de la amplia experiencia humana.
De la misma manera que comprender cómo piensan y sienten los demás tiende a evitar que los juzgues con demasiada severidad, extender esa misma cortesía en tu propia dirección evita que te sumerjas en un auto-juicio. Esto no significa que no te cuestiones y analices tus errores. La autoempatía no te libera de la responsabilidad o la necesidad de disculparte si has decepcionado a otros, o incluso si te has decepcionado a ti. Simplemente significa que mereces preocupación empática, amor y cuidado incluso cuando cometes errores.
Cuando aprendes a ser más compasivo contigo mismo, aprendes a tratar a los demás con similar amabilidad. (una vez más recuerda la máscara de oxígeno, primero tú si quieres luego ayudar a los demás).
En el mundo de hoy, la empatía propia es una competencia infravalorada. Cuando las cosas nos van mal, nos criticamos creyendo que nuestro error se debe a no haber hecho lo suficiente, o haber cometido fallos que no debiéramos de haber tenido. Nos juzgamos demasiado.
La autoempatía está fuertemente correlacionada con rasgos positivos como la motivación, la capacidad de recuperación, el pensamiento creativo, la satisfacción con la vida y la empatía hacia otras personas. Por el contrario, las personas autocríticas tienden a ser más hostiles, ansiosas y depresivas, y con poca satisfacción con la vida.
La empatía se considera una característica que nos permite comprender y compartir las experiencias emocionales de otras personas. Lo vemos como un ingrediente esencial para las buenas relaciones interpersonales, pero no necesariamente algo que debemos practicar con nosotros mismos.
Empieza a cambiar ese pensamiento. Antes de poder ofrecer empatía y compasión por los demás, debes de ser empático contigo mismo.
La investigadora de la compasión Kristin Neff (autora de “Sé amable contigo mismo”), ha realizado recientemente un trabajo pionero sobre el concepto de la autocompasión, dividiéndolo en tres componentes principales: la bondad, la humanidad compartida y la atención plena:
La bondad hacia uno mismo se refiere a la práctica de ser comprensivo y perdonarse incluso en momentos de fracaso o dolor. Ser amable contigo mismo es un aspecto esencial de la autoempatía porque te impide juzgar quién eres demasiado severamente. Lejos de crear una visión del mundo egocéntrica, una actitud indulgente es una de las mejores defensas contra el narcisismo. La bondad hacia ti te va a permitir que tus errores no entierren tu autoestima.
Un sentido de humanidad compartida significa que percibes tus propias experiencias como parte del tapiz humano más grande en lugar de como algo separado y aislado. La humanidad compartida alimenta la autoempatía al recordarnos que no estamos solos, incluso en nuestros fracasos. Como escribió el poeta Alexander Pope: “Errar es humano, perdonar divino y rectificar de sabios” «. Cuando reconoces que el sufrimiento y la insuficiencia personal son partes naturales de la experiencia humana común, puedes perdonarte a ti mismo y seguir adelante.
La atención plena, es la capacidad de identificar tus pensamientos y sentimientos sin reaccionar ante ellos o juzgarlos. Evaluar los contenidos de tu mente desde el punto de vista de una tercera persona te brinda la conciencia de ti mismo para comprender la diferencia entre el ser real y los pensamientos y sentimientos que tienes. Convertirte en observador de tus pensamientos en lugar de un actor te permite la libertad de considerar diferentes creencias y actitudes sobre lo que está sucediendo en tu vida. La atención plena es lo que te ayuda a autorregular tus emociones. (recuerda los pasos del Método RAN©).
Cuando asumimos la responsabilidad de perdonar y cuidar de nosotros mismos, la compasión que extendemos a los demás también se vuelve más genuina. La autoempatía mejora nuestra confianza y fortaleza interior y nos abre a la conexión y al propósito compartido. Esto nos permite inspirar a otros con nuestra visión y articular objetivos comunes.
La empatía nos permite interpretar emociones no expresadas y comprender una variedad de perspectivas. Con preocupación empática, nuestra comprensión de los demás se extiende al cuidado profundo de ellos. Pero también es importante que practiquemos la empatía hacia nosotros mismos, nos cuidemos. Practica la autoempatía tratándote con amabilidad.
Ya es hora que te trates con justicia, como mereces, con mucho amor.
Trata de centrarte en ver tus éxitos, tus logros y no a recordar siempre las cosas que no te han salido bien. Tienes muchas cosas buenas en ti, por favor, empieza a verlas.
Tratarte con dulzura, te va a ayudar a sobresalir aún más y alcanzar tus metas y objetivos de una manera más sencilla.
Acepta tu vida, acepta el momento de cambio en el que estás y abrázate con amabilidad. Detén tu diálogo crítico interno. Si no permites que nadie te diga “fracasado”, “perdedora”, … por favor no seas tú el que te lo digas.
Ya es hora de que seas tú, deja atrás las ataduras del abuso vivido y date la oportunidad de brillar, empodérate y sé tu mejor versión.
Este texto es parte de mi libro EMPODERATE DESPUES DE UNA RELACION NARCISISTA.
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